Entre la madera y la ley: el arte de construir con sentido

A simple vista, la ebanistería y la abogacía parecen mundos opuestos. Uno se asocia al taller, al polvo de madera y a las manos marcadas; el otro, a los libros, las palabras y los silencios medidos. Pero en ambos encuentro una misma raíz: la necesidad de crear algo que perdure.

En la madera, cada veta tiene su historia. En el derecho, cada caso tiene su humanidad. En ambos oficios trabajo con materia viva —una física, otra emocional— que requiere escucha, precisión y respeto por el proceso.

Ser abogado y ebanista me enseñó que no se trata de resultados rápidos, sino de entender la estructura, de construir con paciencia, y de cuidar cada unión, cada palabra, cada decisión. Porque al final, tanto una pieza bien ensamblada como una solución legal justa, se sostienen sobre lo mismo: el valor de los detalles y la coherencia del trabajo bien hecho.